domingo, 14 de junio de 2015

Luis Seco de Lucena Paredes declara  ¿vale la pena meditar en cómo se hace lo que aún queda por hacer? ya alertaba del peligro al que se enfrentaba Granada frente a la urbanización a ultranza y como visionario nos habla con estas palabras de Fez  "contigua al recinto árabe y emplazada en lugar que no causa ningún daño al magnífico paisaje que desde afuera". Palabras que hoy se podrían perfectamente adaptar a la situación que vivimos con el proyecto del Atrio en la Alhambra. En el, se queja también de la falta de una Ordenación sistemática en Granada pero con el tiempo hemos podido ver levantarse tantos edificios o construcciones que no pegan ni con cola en el mismísimo centro de Granada y todo ello por seguir criterios de modernidad que no significan absolutamente nada en una ciudad que ganaría mucha más si se conservara su encanto legendario. Y es que en Granada como en otras ciudades de provincias de muchos países como España, se deberían seguir unos criterios de modernidad que facilitaran el acceso y disfrute del conjunto de la ciudad, y no, unos que la afean sin aportar nada útil.


 DEFENSA DE GRANADA ARTÍSTICA Y PINTORESCA (PATRIA)



ZONAS DE ENSANCHE Y REFORMA INTERIOR DE CIUDADES MONUMENTALES

Luis Seco de Lucena Paredes

I. ZONA DE ENSANCHE


Señor don Eduardo Molina Fajardo, director de Patria,

Mi querido amigo:

Prosiguiendo la tarea que me he impuesto de los intereses artísticos y pintorescos de Granada, voy a tratar hoy lo que yo entiendo que debe ser un plan de ensanche de esta ciudad y otro día me referiré a las normas a que debiera ajustar su reforma interior.

El ensanche de una ciudad ha de someterse a un criterio que esté en armonía con las varias circunstancias que concurren en la urbe objeto de tal ensanche; y también, con la naturaleza de éste. Una cosa es el ensanche propiamente dicho, que implica la delimitación de zonas, el trazado de calles y la construcción de edificios más allá de las lindes del viejo casco urbano; y otra, muy diferente, la reforma interior de la ciudad. No se puede aplicar el mismo criterio al ensanche de una población situada en la llanura, que el que se aplica a la que se asienta sobre colinas; ni debe ser tratada del mismo modo que en una ciudad cualquiera, la reforma interior de la que reviste carácter  monumental y pintoresco. Tanto en el ensanche, como en la reforma interior deben influir poderosamente la configuración del suelo y la categoría artística de la ciudad. No es lícito prescindir de estos imperativos; y con referencia a ciudades que, como Granada, forman parte del Tesoro Artístico de la Nación, su observancia resulta absolutamente necesaria, por ministerio de la ley.

El ensanche de una ciudad emplazada en terreno llano, como Sevilla, pongo por caso, poco daño puede causar a su paisaje urbanístico, porque su caserío, visto desde fuera, presenta aspecto uniforme y carece de perspectivas. Por lo contrario, en ensanche de una ciudad como Granada, en la forma que, desafortunadamente, se está realizando, causa terrible estrago en el paisaje, porque aquí se dan circunstancias diametralmente opuestas a las que concurren en la capital hermana. La configuración del suelo que sirve de asiento a Granada, distribuye un caserío entre ciudad alta y ciudad baja; y como, además, el paisaje, contemplado desde afuera, ofrece bellísima estampa de quebradas líneas y de peregrinas perspectivas, una estampa cuya belleza realzan los espacios verdes que esmaltan sus colinas, diseminados en una de ellas, sobre la blanca mancha del caserío y que coronan, en la otra, los rojizos torreones de la Alhambra.

El desacertado ensanche de la ciudad hacia el O., robando, por añadidura, a la feraz vega granadina una buena parte de sus más fértiles tierras y permitiendo la construcción de los altos inmuebles que se alzan a casi todo lo largo del Camino de Ronda, ha arrebatado al Tesoro Artístico Nacional, una preciadísima joya; y ha privado a los granadinos de unos de los más deliciosos miradores que les ofrecía Granada. Pero el estrago ha sido doble, porque otro ensanche de la ciudad orientado al SO., el que forma el barrio del Zaidín y sus aledaños, que con insaciable apetito devoran el suelo, ha causado también grave daño en ese extraordinario paisaje, de universal renombre, que antes ofrecía la vega, contemplada desde los barrios altos de la ciudad.

El ensanche lógico de Granada debió ser orientado hacia el N., ocupando tierras que, por esta parte, son de ínfima calidad y ajustándolo a una planificación y a un ordenamiento urbano concienzudamente estudiado, para que, con su realización, no se lesionasen los altos valores estéticos de la ciudad, valores estéticos que no son exclusivamente nuestros, ni siquiera de España, sino que, como toda obra de Arte, pertenecen al legado común de la Humanidad, u de los que, consecuentemente, nosotros debemos considerarnos felices y afortunados depositarios. Pero aquí, Pero aquí el ensanche se está haciendo sin ton ni son, con ultraje de los intereses artísticos de Granada, y menoscabo del prestigio de que esta goza en el mundo. Modelo de ensanche de poblaciones conceptuadas artísticas y pintorescas ofrecen los realizados por los franceses en las ciudades enclavadas en la que fue Zona de su Protectorado en Maruecos. La moderna Fez, ensanche de la capital mariní,ocupa un sector llano, contigua al recinto árabe y emplazada en lugar que no causa ningún daño al magnífico paisaje que desde afuera, presenta la bellísima ciudad marroquí, la cual, como Granada, se asienta sobre dos colinas que separan el río.

Por otra parte, a la construcción de edificios en zona de ensanche, debe preceder la urbanización del correspondiente sector, dotándolo de servicios y trazando y pavimentando previamente sus calles.Aquí no se ha hecho nada de esto. En el mejor de los casos el propietario del solar solicitó, alegremente del Municipio que se le señalase línea y ésta le fue concedida antes de la urbanización total de la zona, de que se trazacen las calles y de que estas fuesen pavimentadas. Como malhadada consecuencia de tal absurdo existen en Granada, zonas de ensanche no pavimentadas, o urbanizadas a medias, cuyas vías, si es que han sido trazadas, carecen de pavimentación y cuando llueven se transforman en un lodazal  y resultan absolutamente intransitables. ¿Que me dicen ustedes del llamado Barrio Fígares o el de la prolongación de Recogidas? Y conste de que no es justo imputar, como suele hacerse, todos estos males al actual Municipio, porque muchos de ellos los heredó de los que le habían precedido. Y es que aún no disponemos de una Ordenación Urbana sistematizada, y lógicamente estructurada,  de acuerdo con las normas que se deben aplicar cuando se trata de poblaciones artístico-pintorescas, como lo es Granada.

Estos males han plateado a la Corporación municipal que hoy nos rige, serios y graves problemas, no sólo de carácter estético,sino también de índole económica; porque dada la gran extensión de la superficie que se ha edificado en los últimos años, su total y completa urbanización requiere mucho dinero y mucho tiempo, durante el cual habrán de proceder penas y fatigas los desafortunados vecinos de esos barrios. dice el refrán que a lo hecho, pecho; pero, ¿vale la pena meditar en cómo se hace lo que aún queda por hacer? Porque nuestra población crece constantemente y hay que dotarla de viviendas, viviendas sanas y confortables, en nuevas zonas de ensanche, con espacios verdes que impriman una nota de alegría y viveza al ambiente. Precisa, pues, perseguir el ensanche de la ciudad, ¿Hacía dónde? ¿Con qué criterio? Cualquiera que éste sea, es necesario, obligado, mantener el paisaje y respetar el carácter artístico y pintoresco de Granada.

Pienso tratar otro día de la reforma interior de la ciudad, un fuerte abrazo,




martes, 9 de junio de 2015

Poquitas palabras se les puede añadir a este último artículo que forma parte de este ciclo. Sólo cabe una pregunta: ¿Granada sigue conocida cómo la ciudad de los cármenes?


EL PAISAJE GRANADINO Y LOS ESPACIOS VERDES

EL CARMEN (V) Luis Seco de Lucena Paredes (10/03/1968)

El carmen es un espacio verde tipicamente granadino. Propiedad privada aneja a una vivienda y enclavada dentro de la ciudad, constituye la natural expansión de aquella. Entre unos y otros discurre la vida hogareña del dueño; porque el carmen forma parte integrante del hogar. Esta circunstancia lo hace apacible y recóndito y le de ambiente de recoleta intimidad. Consecuentemente, no se ofrece ese espacio abierto a extrañas miradas. No hay carmen rodeado por una verja. Lo cercan elevados tapiales, y visto desde afuera aparece como un blanco paredón adosado a la vivienda, en el que la cal desprendida dejó al descubierto parduzcos machurrones. Completa su aspecto exterior hileras de ramas, verde intenso de yedra y verde claro de enredaderas, que se descuelga desde lo alto del tapial, y las frondosas copas de lo árboles que se alzan por encima y se yerguen airosamente en busca del cielo. Sin embargo, el carmen, por lo común asentado en la falda de una colina, es oculto y delicioso mirador que brinda a su dueño hermosos paisajes y sorprendentes panoramas: la vega y la Sierra desde los carmenes de la Antequeruela y del Realejo; la vega y el Albaicín desde el Mauror; el Albaicín , la vega y el Valparaiso desde los de la Alhambra; y Valparaiso, la Colina Roja ( con la sierra al fondo) y la llanura de la vega, desde el Albaicín.

El carmen tiene algo de jardín y algo de huerto. Un carmen no es únicamente huerto, ni únicamente jardín. En el carmen las flores se entrelazan con las hortalizas en entrañable maridaje. Los árboles que lo adornan no desempeñan una función exclusivamente ornamental. Decoran, dan sombra y frescura y al mismo tiempo, producen óptimo fruto. En el carmen se aspira el perfume de las rosas, los jazmines, los nardos, las madreselvas, el galán de noche, las alelíes, y se recogen albaricoques y lechugas, habas y ciruelas, cardos y fresas, espinacas y melocotones, cuyas cosechas, a veces, dan abasto para el consumo de la familia. El carmen no es quinta de lujo, sino pequeña finquita utilitaria. Un minísimo minifundio. Hay menestral que vive con lo que le da su carmen, porque, además, la mayoría de los carmenes son propios de menestrales y artesanos.

Los carmenes situados en los barrios altos de Granada, están dispuestos en paratas, ofrecen una línea más movida y dan lugar a perspectivas varias. Los emplazados en la parte baja procuran seguir la norma y se distribuyen en dos o varias terrazas. Por el suelo de los carmenes discurren mínimos arroyuelos; cuando hay desnivel imitan rugientes cascadas, y en terreno llano marchan con suave murmullo. Van a morir a una alberca, espejo donde se miran las plantas, o brincan por los surtidores de las fuentes, compitiendo en el trino de las aves que pueblan el carmen. Estas avecillas son o polizones del carmen. Anidan en sus árboles clandestinamente y sin licencia del dueño; pero le pagan el hospedaje anunciando la mañana con su alegre piar. El ruiseñor es el rey de estos huéspedes furtivos y anima con su cantarito gorjeo la placidez del lugar.

Una muñeca de agua, varios arbolitos, algunos arbustos y muchas plantas que den flores y frutos forman los elementos constitutivos del carmen. Normalmente el carmen ocupa un pequeño espacio de terreno, pero hay cármenes con razonables superficie y algunos, muy pocos, bastantes extensos. Cármenes de tercera, de segunda y de primera clase como en todos los aspectos de la vida. Estos últimos se adornan con cuadros de arrayán, están atravesados por paseos y lucen fuentes en sus glorietas. El carmen humilde se contenta con un parral, una higuera, varios rosales, media docena de bancos con hortalizas y flores y un pilarico con su chorro de agua, porque en el carmen no se puede prescindir de su cantinela.

Mucho se ha dicho y más se ha escrito sobre los cármenes granadinos. Hasta se han compuesto obras musicales de inspiración. Y ni que decir tiene que han sido y siguen siendo tema preferidos por pintores y dibujantes. La relación de los elogios hiperbólicos que le han tributado los literatos de Occidente sería interminable; desde Andrea Navariego que los halló " con tan abundancia de árboles que casi ocultan las casas, las más de las cuales son casas pequeñas, pero todos los cármenes poseen sus fuentes, rosales, arrayanes y todos son ricos de adornos", y Pedro Mártir Angleria para quien " los cármenes de Granada compiten con los jardines de las Hespérides", hasta García Sánchez que los estimó "ideal morada de un ermitaño, un gitano o un árabe" y piensa que en ellos "se congregan los atributos de Granada como se recogen en un cesta las naranjas y los claveles de los mismos cármenes" o Pérez de Ayala que encuentra compendiado en los cármenes"la paza, el amor y la belleza".

En otros tiempos el propietario era un hombre afortunado, que disfrutaba feliz y tranquilo dicha amable propiedad; y a quien ésta, por su peculiar naturaleza, solía proporcionarle algún rendimiento, aunque fuese escaso. Hoy, para la mayor parte de granadinos dueños de carmen, semejante finca constituye un quebradero de cabeza, que le obsesiona y le quita el sueño. Tal espacio verde cultivado no le produce ningún beneficio, Al contrario, le cuesta un dinero del que, a veces, no dispone. Así, el carmen exige agua no sólo por su propia índole, sino porque hay que regar las plantas que lo cubren. Antes, el agua corría abundantemente por toda la ciudad. cuen Al-Umari, escritor egipcio que la visitó en el siglo XIV, que "el agua de sus ríos se distribuye copiosa por toda la población: por sus mercados, por sus patios, por sus mezquitas, por sus cármenes. Donde se la busca se la encuentra".

Acaso por lo que acabo de referir, cada espacio verde tiene propiedad de agua; pero por arte de birlibirloque, esta propiedad, prácticamente está extinguida. Hay que acudir al agua potable, que cuesta un pico, si no queremos que el espacio verde se transforme en erial. Luego, precisa atenderá las cargas fiscales, que crecen día por día. Y a qué seguir. Frente a todo esto, esta propiedad improductiva y con frecuencia costosa, alcanza elevado valor en venta. El carmen, cubierto por frondosa arboleda, aromatizado por el perfume de sus flores, inundado por el espléndido sol andaluz y ventilado por el arte puro que baja de la Sierra, es un delicioso encanto que, materialmente, vale poco; pero convertido en solar edificable, vale una fortuna. Es temerario menospreciarla, cuando se nos viene a las manos; insensato no transformar ese pedazo de tierra en dinero constante y sonante, que puede darnos una buena rentita. Vienen la lucha entre los valores del espíritu y los intereses materiales. El dueño del carmen medita, se preocupa, duda, pierde el sueño, se vuelve loco. Y en la mayoría de los casos, acaba decidiendo lo más práctico. Desaparece un espacio verde, o, en el mejor de los casos, su superficie sufre importante merma. El carmen granadino está en acelerado proecso de desaparición. Cuando haya desaparecido, Granada perderá esa nota distintiva por la que se le conoce en todo el mundo. No será la ciudad de los cármenes.

lunes, 8 de junio de 2015

En la época en que escribió este artículo se conocía a Granada por el tan típico nombre de la ciudad de los carmenes, tan intrínseco le era a Granada aquella denominación que incluso el mismísimo estadio de fútbol lo lleva. Desgraciadamente hoy no queda ni la mitad de aquellos jardines que le daban nombre a esta ciudad y enaltecía al barrio del Realejo y por supuesto ni una tercera parte de las huertas y jardines que los árabes nos legaron y con tanta alevosía se ha ido destruyendo paulatinamente. 
Afortunadamente Granada ha visto crecer unos cuantos parques públicos. Y porque algunas voces se levantaron en épocas remotas en contra del acoso al que estaban sometidos los árboles del bosque de la Alhambra, podemos dar las gracias, y disfrutar de largos paseos por los caminos sinuosos que nos llevan a lo alto de la colina. 
En este artículo Luis Seco de Lucena nos describe la agonía de los espacios verdes del centro de la ciudad y de cómo pasó por ejemplo, la inmensa zona verde del Triunfo, a quedarse reducida a lo que hoy nos parece un extenso parque.

EL PAISAJE GRANADINO Y LOS ESPACIOS VERDES

ESPACIOS VERDES GRANADINOS DE CARÁCTER PUBLICO (IV) 13/03/1969 Luis Seco de Lucena Paredes

Granada posee pocos espacios verdes de carácter público y muchos espacios verdes que constituyen propiedad privada de un crecido número de granadinos. Unos y otros van menguando día tras día. Granada carece de parque. Tiene, eso si, entre sus espacios verdes públicos, un bosque maravilloso poblado por árboles centenario y que brinda al paseante gratísimos parajes donde la luz, filtrada a través de las ramas que se entrelazan, tiñe el lugar con deliciosas tonalidades y, justamente con la embalsamada brisa que los orea, la dulce cantinela de los ruiseñores y el suave murmullo de los arroyuelos, crea un ambiente plácido y tranquilo que invita al reposo, mueve a la meditación e incita al ensueño. Un bosque que ha inspirado bellas composiciones a muchos poetas y cuya soberana hermosura goza de universal renombre: el de la Alhambra.

Pero un bosque es cosa muy diferente de un parque. Este brinda a sus visitantes motivos de diversión y de regocijo y les ofrece diversas atracciones de muy distinta índole: sombreadas avenidas, floridos jardines, espesos bosquecillos, ruidosas cascadas, artísticas fuentes, placetas monumentales, jardín de la infancia, pequeño zoo, ferial permanente y sitios adecuados para el descanso y el yantar. Uno de los más bellos parques que conozco es el "jardín d'acclimatation" del barrio parisino de Neuilly, modelo a imitar por los proyectistas de este género de espacios verdes. He visto otros más completos, más amplios y más pretenciosos en algunas ciudades europeas y de América del Norte. No cambiaría el londinense Hyde Parque por el Jardín d'acclimatation francés. Pocas urbes son las que no lucen un parque. En Andalucía lo tienen poblaciones de segundo orden, como Algeciras, pongo por caso.

Varias veces se ha intentado crear un parque en Granada. Lo proyecto el Ayuntamiento que regía la ciudad en el año 1890 para formarlo en el paseo de los Basilios sobre terrenos propios del Municipio y varias parcelas lindantes pertenecientes a propietarios particulares y que el Ayuntamiento pensaba adquirir. Se proyecto un bosque en laberinto, estanques, plazas, avenidas y jardines. El buen propósito no pasó de proyecto. Hoy ocupan esos terrenos edificios destinados a establecimientos escolares. En el vigente Plan de Ordenación Urbana figuraba la creación de un parque demarcado entre la avenida de Calvo Sotelo y el Camino de Ronda. En estos lugares se está construyendo el Polígono Universitario. Hay constantes urbanísticas, de la misma manera que existen constantes históricas. En Granada los proyectos de parques plasman en escuelas.

Posee la ciudad algunos amplios paseos, un espléndido jardín, varios pobres jardinillos y unas cuantas plazas y plazuelas exornadas con árboles, arbustos y cuadros de flores, Ni a unos, ni a otras se les presta demasiada atención, porque no se valora la excepecional importancia del espacio verde. De cuando en cuando, se les arrebata un pedacito de superficie para levantar un inmueble o establecer un aparcadero; se destruyen jardines con el propósito de obtener más espacios transitables y se arrancan árboles centenarios para plantar otros que den menos sombra.

Esto último ocurrió en los paseos del Salón yde la Bomba. Fueron los franceses quienes, durante la invasión napoleónica, convirtieron en frondosa alameda el lugar que ocupan esos paseos a la margen derecha del Genil. Antes de que la bárbara tala de sus árboles, perpetrada a fines del primer tercio de siglo que vivimos, destrozara esa arboleda "se enlazaban las copas de sus árboles - escribió un poeta, forastero en Granada -  formando bóvedas de esmeraldas que dejaban pasar tenues hilos de luz". Consumada la tala,se plantaron dobles filas de tilos en los laterales del paseo del Salón y una en el de la Bomba, que apenas proyectan sombra sobre las vías centrales, abrasadas en verano por un sol de justicia. Ambos paseos han perdido la hermosura que primitivamente tuvieron; y, por otra parte, se encuentran en el más triste de los abandonos.

En 1840 habían sido ya trazados los jardinillos que bordean la calzada izquierda de estos paseos y alos que también se les quitó, en este siglo, un pedacito de tierra para construir en su solar un inmueble que primeramente fue pabellón de fiestas del Casino ya la que después, se le ha dado un destino más noble, instalando en sus salas una biblioteca popular. El pequeñísimo jardín del Humilladero, hecho en 1903 y contigua al paseo del Salón, ha sido arrasado no hace mucho tiempo, para convertirlo en aparcadero de la red tranviaria. Alamedas y jardines cubrían antaño el paseo de San Sebastián. Aún se mantienen en pié algunos de los árboles que fueron su ornato. El terreno que ocupan los jardines, transformado en erial, sirve ahora de asiento a los feriantes. Sólo la Carrera de la Virgen, entre los espacios verdes que hay o hubo en esta zona de la urbe, conserva aún razonable estructura de avenida sombreada que luce el adorno de cuadros laterales con plantas y arbustos. 

Desconsuelo causa recordar el Campo del Triunfo, que conocimos en nuestra infancia. Al otro extremo de la ciudad, en una parte de los terrenos que fueron cementerio musulmán de Saüd Ben Malik, cercada al Norte por la bella fachada plateresca del Hospital Real, a levante por el templo de San Idelfonso, y el viejo convento de la Merced, al Sur por la puerta árabe de Elvira y limitada a Poniente por la Gran Vía, se extiende amplísima explanada conocida por Campo del Triunfo porque, en su centro, la piedad religiosa de los granadinos levantó un monumento al misterio de la Concepción. Sombreado por frondosa arboleda y embellecido por cuidados jardines, era uno de los espacios verdes más hermosos y agradable de la ciudad. Prácticamente los jardines han desaparecido y queda algún que otro vetusto árbol. En nuestro tiempo, la explanada vergel pasó a solar edificable y ella se alzan la Escuela del Magisterio, las factorías militares, el grupo de vivienda Reina Victoria y alguna que otra edificación de menor cuantía.

Hasta hace poco, poquísimos años, hubo a todo lo largo de la acera del Triunfo otros jardincitos que han sido recientemente destruidos para convertirlos también en solares. A los jardines sustituyen ahora una larga  hilera de modernos inmuebles. Cierto, que en compensación, el Ayuntamiento de la ciudad, aprovechando la explanada que quedó libre al ser demolida la antigua plaza de toros, ha trazado y plantado un espléndido y espacioso jardín, el más bello de la ciudad baja, dispuesto en paratas y que tiene por fondo  amplias fuentes luminosas; pero ha de transcurrir bastantes años antes de que los árboles que lo ornamentan ofrezcan al visitante la sombra que le prestaban los que se erguían en los viejos jardines de la Acera del Triunfo. Un árbol cae, derribado, en media hora; pero en su crecimiento invierte varios lustros.

No se educa al niño granadino en el respeto a las plantas. Cuando no hay guarda que lo vigile, trilla los jardines y arrasa los macizos de arrayán de las plazuelas. Destroza los cuadros de flores, arranca los arbustos, y si están al alcance de su mano, quiebra las ramas de los árboles. Acaso por esto no se suele prestar demasiada atención a los jardines públicos. Para conservar decentemente este género de espacios verdes, sería preciso establecer una constante vigilancia sobre los mismos. Vale la pena que nuestro Ayuntamiento que, con buena voluntad se viene ocupando de mejorar la urbanización de Granada, estudie la posibilidad de llevarla a efecto. ¡ Es tan bonito y dice tanto del buen tono de la ciudad un jardín bien cuidado!