sábado, 28 de noviembre de 2015

Trabajos de investigación y divulgación de Luis Seco de Lucena Paredes (II)




Difundió la obra de Ganivet, procurando dar informaciones las más precisas posibles,  mediante un estudio exhaustivo que publicó la UGR, y una serie de conferencias que dio a lo largo y a lo ancho del territorio español. Pero ahí no se quedaron sus esfuerzos ya que traspaso nuestras fronteras, y en 1967, en Roma, en el instituto español de lengua y literatura organiza otra conferencia aprovechando el centenario del nacimiento del escritor granadino.



Juicio de Ángel Ganivet sobre su obra literaria (cartas inéditas) 1962


En este estudio, el catedrático una vez más va a poner de relieve su predilección para la investigación; su título anuncia por sí solo la voluntad de su autor: delimitarlo a la mirada que Ganivet proyectaba sobre su obra en el momento concreto que la escribía. Juicio propio, que ha podido llegar a nosotros mediante la lectura de la abundante correspondencia aún guardada y custodiada por amigos y familiares.
Seco de Lucena en ningún momento emitirá opiniones suyas, como lo hizo su tío Paco al escribir el prólogo de la primera edición del "escultor de su alma".





En efecto, Luis no tendrá la suerte de conocer personalmente a Ganivet, ya que murió antes de que naciera, incluso, forma parte de una generación posterior con criterios muy diferentes, por lo tanto no quiere elaborar, ni una recopilación de los escritos que le fueron dedicados, ni tampoco quiere emitir ningún juicio, en este caso probablemente por pura modestia. Cosa muy diferente a la que ocurre con Paco, que será compañero de instituto de Ganivet, cursará Derecho compartiendo aulas, formará parte de los amigos de la Cofradía del Avellano, y por último, participará al gran homenaje que le rindieron sus amigos en el momento de su prematura muerte, editando su última obra y organizando en Granada su "mise en scène".



Dicho homenaje fue el día 1 de marzo de 1898. Se estrena de noche la obra de Ganivet "El escultor de su alma". En las páginas del El Defensor, se describe la obra y el programa que cuenta con un dibujo firmado por Ruiz de Almodóvar y por Isidoro Marín. Levantó tantas expectativas en el mundo de las artes, que Madrid reclama su primera representación, pero se hará según la voluntad de Ganivet, en Granada. Pablo Loyzaga modeló un busto de Ganivet para esta ocasión, trasladado posteriormente al Salón de El Defensor. Respetando la voluntad de Ganivet, el importe de 90 pesetas correspondientes a los derechos de la obra, se dedicarán a erigir una estatua a Alonso Cano. 


En las columnas de El Defensor aparecieron los primeros trabajos de Ganivet que enviaba por correo desde sus diferentes destinos. Artículos que más adelante se transformarían en libros.

El estudio se articula en V capítulos:

I- La preocupación por Granada, como tema literario
II- Costumbres, arte y literatura nórdicas
III- La inquietud por el futuro de la patria
IV- El ciclo de Pío Cid
V- Ganivet poeta, obras perdidas, trabajos poco conocidos, cronología de la obra ganivetiana

Vamos a ir descubriendo los temas tratados en cada capítulos.


Capítulo I: La preocupación por Granada, como tema literario




Plano apertura de la Gran Vía de Colón (Granada)

Este capítulo trata en una primera parte, de la elaboración de la serie de artículos que se publicaron bajo el título de "Granada la Bella", por vez primera en El Defensor, con un detenimiento en los dos que no llegaron a las manos de los lectores por juzgarlos Ganivet demasiado insinuantes;  y por otra parte, de la preparación del "Libro de Granada", posterior a Granada la Bella, y que iba a ser ilustrado con los dibujos de los amigos de Ganivet. 

Es comprensible avistar en el comportamiento de Ganivet el reflejo de lo que sus ojos han contemplado a lo largo de sus viajes por Europa. No sé si se puede calificar de enfado, de frustración, en todo caso de gran pena cuando escribe estas palabras transcritas una y otra vez "la idea de embovedarlo la concibió de noche, en una noche funesta para la ciudad" (embovedado del río Darro a su paso por el centro de Granada).

Brujas

Brujas


Canal Saint Martín


Ganivet desea despertar, a través de sus artículos dedicados a Granada, el interés de los granadinos, procurando que tomen consciencia y valoren las características que hacen de Granada una ciudad única. Desea comunicarles que los conceptos de ensanche aplicados en Granada con la apertura de la Gran Vía son ya obsoletos e inadecuados, y que existen nuevos conceptos de ensanche que se adaptarían mejor a la ciudad. 

Nos dice Seco de Lucena que cabe destacar que Granada la Bella fue recibida con gran aceptación entre el público, lo que sorprendió enormemente a su autor, pues pensaba encontrar un rechazo frontal. Gracias a ello poco a poco Ganivet cambia su parecer, empieza a deducir que tal vez exista un medio para proteger la ciudad de modernos proyectos, y su juicio tan severo se llena de una esperanza nueva, tal vez por ello pone tanto empeño en explicar las razones que le motivaron cuando destruyó dos de los artículos que no llegaron nunca a publicarse, por miedo a sentir incomprensión y rechazo. 

Por otra parte nos dice Seco de Lucena, que es curioso el interés que demuestra Ganivet y la ilusión con la que se lanza en el proyecto del "Libro de Granada". Probablemente funda sus esperanzas en su voluntad de hacer una obra didáctica, en la que los granadinos averiguarían por sí solos las bellezas de Granada elaborando nuevos medios con el fin de incorporarla al nuevo siglo. Fue también en El Defensor donde se publicaron unos cuantos de los escritos que formarán parte del libro, ya que el editor inicial de la obra no encontraba el momento de publicarla. 

En fín termina Seco de Lucena el capítulo primero con estas palabras: 

"Esa ilusión tropezó con el escollo de la pereza granadina, en el que siempre se quiebran las buenas intenciones".

Capítulo II: Costumbres, arte y literatura nórdicas


En este segundo capítulo nos explica Seco de Lucena en que condiciones y con que propósito Ganivet escribió "Cartas finlandesas" y "hombres del Norte". Ganivet con estos trabajos quiso abrir una ventana hacia tierras tan lejanas y acercar España a la literatura escandinava.

En primer lugar es menester decir que siguieron el mismo proceso que las obras citadas en el capítulo primero ya que se publicaron en El Defensor en varios artículos a lo largo de varios meses. Pero son tan diferentes una de otra probablemente por el público al que les destinaba su autor. Aunque Ganivet escribiera sus Cartas finlandesas con la idea de dar a conocer en España aspectos de la vida cotidiana del norte de Europa y otros datos más generales, no les dió lo que consideraba el lenguaje adecuado con "ciertas expresiones" ni tampoco destinadas a un amplio público con"expansiones de familiaridad excesiva". Por ello al proponerse realizar Hombres del Norte se sugiere a el mismo la necesidad de que el lenguaje sea propio de las circunstancias ya que se disponía a dar a conocer literatos importantes ofreciendo la posibilidad de tener informaciones de primera mano gracias a sus conocimientos. Es importante destacar que esta última obra no llegó a acabarla.


Capítulo III: La inquietud por el futuro de la patria

Para entender las inquietudes de los que vivieron en esta época y darle sentido a la palabra patria es necesario ubicarse de lleno en este periodo de la historia de España como nación. La recién terminada guerra de Cuba y de Filipinas deja el gobierno, la patria, la nación, en una continua pregunta que se repite incesantemente. Y por supuesto se enfrentan varias opiniones y deja a España en una situación económica y social aún más complicada si cabía.

En este ambiente Ganivet intenta dibujar el espíritu español siempre según él, capaz de resurgir de la nada como el ave fenicia. Así lo explicará en su libro Idearium en el que deposita muchas expectativas. De esta obra deriva el intercambio de cartas entre Ganivet y Unamuno en las páginas del El Defensor. Cartas a través de las cuales cada uno procederá al desarrollo de su punto de vista, contestándose con una serie de argumentaciones muy propias de sus ideologías. Lo que sí es cierto es que Seco de Lucena no dejó escapar la ocasión para volver a abrirle a Unamuno las páginas de su periódico en el que a partir de este momento se seguirá sus publicaciones (La vocación y el maestro) y se publicaran algunos de sus artículos (Ciencias y letras).

Capítulo IV: El ciclo de Pío Cid

El capítulo IV es el más largo ya que Seco de Lucena lo dedica al análisis por parte de Ganivet de sus obras más relevantes por su calidad literaria. Nos hace una propuesta en la que engloba El imperio Maya como el prólogo, Pío Cid como el desarrollo y finalmente El escultor de su alma como la conclusión, así el todo forma el proceso evolutivo del razonamiento de Ganivet, desde su nacimiento hasta su muerte. Dice el propio Ganivet hablando de su libro "La Conquista", que editó varios años después de haberla acabado y que hoy día provoca dificultad a sus admiradores en comprender su mensaje, estas frases que tal vez nos ayude a entenderlo: "Pío Cid en Maya, quise que fuera un Robinson español, un hombre de acción y de perspicacia, un transformador de hombres, si cabe decirlo así". Poco a poco Ganivet va ordenando sus ideas, sin quedarse nunca totalmente satisfecho del resultado pero sin embargo satisfecho de la impresión que causa entre sus amistades. Dice Seco de Lucena que En el Escultor Ganivet quiere transmitir un mensaje fundamental: "el alma posee una fuerza creadora, casi omnipotente que tiene su creación definida: perfeccionarse sí misma".


Capítulo V: Ganivet, poeta, obras perdidas, trabajos poco conocidos, cronología de la obra ganivetiana

En este último capítulo se citan los trabajos de los que Ganivet hace alusión en sus cartas pero no se publicaron, ni tampoco se conocen, ya que existen serias dudas que los llevara a cabo antes de su prematura muerte. 




lunes, 23 de noviembre de 2015

Lo interesante de estos artículos para mi entender a día de hoy, no es por supuesto la discusión entre el señor Molina Fajardo y el señor Seco de Luena sino estos dos puntos:
- cómo Seco de Lucena explica de donde saca esta nueva información sobre el nombre de la sultana.
- y por supuesto, de cómo incluso hoy día perdura la confusión.



FÁTIMA ,LA MADRE DE BOABDIL


POR luis Seco de Lucena Paredes, PATRIA 10 de enero de 1962

En el número de Patria correspondiente al martes 12, del mes de diciembre, y tratando de la tradición granadina conocida por "Suspiro del Moro", apareció una carta abierta mía, seguida por un cariñoso comentario de muy buen amigo don Eduardo Molina Fajardo, a quien, dicha carta iba dirigida. Creo que el comentarista no interpreto exactamente mi pensamiento y desde que leí su comentario, abrigué el propósito de aclarar algunos conceptos expresados en mi carta, aclaración que, de paso, podría ilustrar a los lectores de este periódico no especializado en el estudio de la historia de Granada musulmana, sobre aspectos de esta historia que , con frecuencia, suelen ser temas de literatura local. Una dolorosa desgracia personal ocurrida en aquellos días y que me afecta hondamente, me ha impedido hasta hoy realizar mi propósito.

Estima el señor Molina Fajardo en su comentario, que si yo admito en mi carta doble denominación para Muley Hacén y Boabdil y lo consiento aun en textos estrictamente históricos, no puedo sorprenderme de que en un texto literario se nombre Aixa a la esposa de Muley Hacén porque así al que escribe y la totalidad de los lectores es más conocida. A esto claro que, cuando escribo "Abul-I-Hasan Ali a quien conocemos por Muley Hacén", y "Abu Abdallah Muhammad al vulgarmente se denominamos Boabdil", no doy doble a cada uno des estas dos personas, sino que, primeramente, expreso la correcta transcripción castellana del nombre árabe (porque, por mi condición de especialista en la materia, me siento obligado a hacerlo) y luego, la forma en que, a causa de determinados fenómenos fonéticos que huelga explicar aquí, tal transcripción adquirió carta de naturaleza en nuestra lengua.

Entre musulmanes, es frecuente que el nombre de persona conste de dos elementos: la "kunya" (de donde el castellano "alcurnia") especia de prenombre y el "ism", o nombre propiamente dicho. la "kunya" está a su vez constituida por dos vocablos, el primero de los cuales es "Abú", si se trata de nombre de varón. Abu-I-Hasan fué la "kunya" y Alí el "ism" del primero de los dos sultanes anteriormente citados, en tanto que el segundo tuvo Abu Abdallah por "kunya" y Muhammad por "ism". Boabdil no es otra cosa que una transcripción castellan muy corrompida del árabe "Abu Abdallah", primer elemento del nombre del último monarca granadino. En cuanto a Muley Hacén es transcripción , aún más corrompida, del primer elemento del nombre  y antecesor en el trono, elemento que va precedido de la expresión "mawlayya", fórmula de tratamiento propio de rey y que equivale a la española "majestad". En resumen, Muley Hacén es sintética traducción castellana  corrompidade la frase árabe "mawlayya Abu-I-Hassan", que quiere decir: "mi señor Abu-I.Hassan". Creo que esto queda suficinetemente aclarado.

Ahora bien; Aixa y Fátima son dos nombres propios de mujer, perfectamente distintos, y que en ningún caso, se pueden atribuir simultáneamente a una misma persona. Llamar a Aixa a una musulmana que tenga Fátima por nombre, es simplemente y llanamente un error, como sería entre nosotros llamar "Rafaela" a una mujer que tuviese "Enriqueta" por nombre. Creo que esto queda también suficientemente aclarado.

Cierto que por ignorancia, muchos errores históricos han sido mantenidos a través de los siglos; pero cuando tales errores fueron descubiertos y rectificados mediante la investigación científica y el estudio de las fuentes informativas, ninguna persona sensata siguió manteniéndolos con insistencia contumaz.

En mis años mozos aprendí que fue en la batalla del Guadalete donde los árabes derrotaron y dieron muerte a don Rodrigo, que es lo que en aquel tiempo se creía respecto de tan trascendente suceso, por defectuosa y errónea información. Estudiado, en el primer tercio de este siglo, los "Ajbar Machmua" y otras fuentes árabes anteriormente desconocidas, apareció claro que la batalla se desarrollo a orilla del lago de Janda, junto a la desembocadura del río Barbate y que don Rodrigo no pereció en aquella memorable acción. Ninguna persona medianamente culta escribe hoy que don Rodrigo fue derrotado y muerto en la batalla de Guadalete y qcasi todo el mundo sabe que no hubo tal batalla y que el último rey visigodo pereció en la de Segoyuela, en septiembre de 713, es decir, tres años después de que los musulmanes hubiesen puesto pie en la península y de la fecha en que tradicionalmente durante varios siglos se había dado para su muerte, aunque en algún tratado de historia de España´, escrito por trasnochado autor, se cuente otra cosa.

Afirma el señor Molina Fajardo por desgracia para la pureza onomástica que yo pretendo- y que él, desde ese instante, defenderá - mi teoría no ha sido seguida aún por los historiadores de nuestro tiempo y en apoyo de su afirmación, aporta el testimonio de dos historiadores y un arabista, todos tres de gran relieve: los señores Aguado Bleye, Carriazo y García Gómez. En primer lugar yo, mediante el estudio de documentos árabes hasta entonces inéditos, confirmaba lo que en 1910 descubrió Garrido Atienza, esto es, que la referida sultana se llamó Fátima y no Aixa, como hasta entonces se había venido creyendo; y establecía, además, la ascendencia de esta dama y su parentesco con otras personas de la dinastía.

En suma, según el testimonio de nuevas fuentes informativas, de tan indudable legitimidad como son las escrituras notariales, ratificaba la rectificación, ya hecha, de un error histórico y completaba, con noticias desconocidas anteriormente, la información que poseíamos acerca de la madre de Boabdil. Ni una ni otra cosa pueden ser rechazada lisa y llanamente por un hombre de ciencias y menos por un investigador; para no admitirlas es necesario probar la falsedad de ambas. Y esto, que yo sepa, no lo ha intentado nadie hasta ahora.

Respecto a los tres testimonios aducidos por el señor Molina Fajardo para probar que las conclusiones a que llegué en mis estudios no han sido aceptadas, sólo considerar válido el historiador Aguado Bleye, que tiene el refrendo del también historiador don Cayetano Alcázar. Luego veremos la confianza que, en cuanto afecta a la historia del reino granadino durante el siglo XV, pueden inspirar ambos historiadores.

No vale considerar válido el testimonio del señor Carriazo porque este no cita por sí mismo a la sultana de que me vengo ocupando. Se limita a editar una crónica del siglo XVI, cuyo autor (no el señor Carriazo) da el de "Aixa" como nombre de la madre de Boabdil. No es, pues, el señor Carriazo (no podía serlo de forma alguna habida cuenta de sus vastos conocimientos de historia musulmana granadina), que incurre en error, sino el anónimo autor del la crónica. La cual crónica contiene, además, otros varios errores de mucha mayor importancia. Al editarla, el señor Carriazo declaró:" Luego está la crítica de su contenido, para deducir el valor de sus noticias. Es tema de más porte y labor más larga, en la que tiene palabra preferentemente los arabistas. Yo sólo pretendo ahora poner en circulación el texto". (Página 13 del estudio).

Tampoco puedo considerar válido el testimonio del señor García Gómez, porque no consta que haya sido el quien haya redactado el párrafo al que alude el señor Molina Fajardo. Se limitó a dirigir la sección "España Árabe" del "Diccionario de Historia de España" y aquella parte de la obra fue redactada con anterioridad a la publicación de mi trabajo "La sultana madre de Boabdil", trabajo que, consecuentemente, ni el señor García Gómez, ni sus colaboradores pudieron haber leído. Mantengo con mi ilustre y querido colega, una constante relación científica y me considero autorizado para afirmar, sin lugar a dudas, que en un estudio suscrito por su firma no habría aparecido semejante error.

Tuve con Pedro Aguado Bleye y con Cayetano Alcázar que revisó la reedición del "Manual de Historia de España", escrito por el primero, muy buena amistad, estimo la importante labor por ambos realizada y aprecio en cuanto vale, la admirable contribución que aportaron a los estudios históricos; pero todo esto no me impide expresar mi opinión de que ellos, como otros muchos insignes historiadores, no han prestado al reino granadino musulmán la atención que a todo España debe inspirar el estudio de la historia patria, porque, en definitiva, la historia de ese reino granadino no es historia extranjera, sino historia de España, tan historia de España como puede serlo la del reino de Castilla, o la del Condado de Barcelona. Tema es éste de que me ocuparé con más amplitud otro día.

Hoy, sin propósitos exhaustivo, ni mucho menos, voy a señalar algunos de los errores de bulto que, en rápida ojeada, que encuentro en los capítulos dedicados por Aguado Bleye a la historia de Granada durante el siglo XV en su "Manual sobre historia de España", edición de 1954, revisado por CAyetano Alcázar; y deseo declarar previamente, que me consta que tales errores y otros menos importantes, son objetos de rectificación en las explicaciones, comentarios y aclaraciones que a nuestros alumnos de la Facultad de Letras, hace el catedrático titular de la asignatura.

Escribe don Pedro Aguado y suscribe don Cayetano Alcázar en la página 809 del tomo I del citado manual: " Sin seguridad plena puede seguirse la sucesión de Yusuf III, empezando por Muhammad VIII, el Izquierdo (1417-1444), contra el cual el sublevo Mohammed el Zaguer...". Si Aguado Bleye o el revisor de su obra hubiesen consultado la "Crónica de Juan II de Castilla", escrita por Alvar García de Santa María, en la parte que aún permanece inédita, pero que conserva por lo menos en dos manuscritos, que yo sepa, uno existe en la Biblioteca Capitular y Colombina de Sevilla y otra en la Nacional de París; y si, además, hubieran podido consultar (posibilidad de que carecían por ignorancia de la lengua árabe) lo que respecto de esos dos monarcas cuentan Manqrizi, Chauhari, Sajawi y Tagribardi (¡nada menos que cuatro historiadores coetáneos!) habrían tenido la "seguridad plena" de todo lo contrario de lo que escribieron; y en su lugar habrían escrito muerto Yusuf III en 1417, fué sucedido en el trono por su hijo Muhammad el Zaguer, al cual destituyó dos años después, en 1419, el usurpador Muhammad el Izquierdo. Entonces se habrían dado cuenta de que Muhammad el Zaguer hace el número VIII y Muhammad el Izquierdo el IX, en la serie de los nasríes llamados Muhammad y no al contrario.

Mucho más grave es el error en que dichos historiadores incurren cuando en la misma página de la citada obra y un poco después del párrafo arriba transcrito, afirman: "Sucede a Yusuf IV otro usurpador, Abu Amd Allah Muhammad X (1445-1453)". Sin necesidad de acudir a la exploración de fuentes inéditas y tan sólo mediante la consulta de la antes referida "Crónica de Juan II" de García de Santa María, en su parte publicada (volúmenes 99 y 100 de CODOIN), o, menor esfuerzo, con la simple lectura de la "Reseña Histórica" que hace más de un siglo, en 1859, insertó don Emilio Lafuente en sus "inscripciones Árabes de Granada", o la del Apéndice B que, con título de los "Beni Nasr o Naserfes de Granada", agregó, hace ya también más de un siglo, en 1857, don Pascual Gayangos a su edición de las "Ilustraciones de la Casa Niebla", de Barrantes Maldonado, habrían conocido Aguado Bleye y Cayetano Alcázar las conclusiones a que en su tiempo, llegaron aquellos dos ilustres arabistas españoles y habrían aprendido que Yusuf IV sólo reinó de enero de 1432 a abril del mismo año y no hasta 1445 y que fué destituído por Muhammad IX el Izquierdo y no por Muhammad X, como dichos historiadores afirman.

Errores de menor monta pueden ser señalados a porrillo en las páginas del "Manual" dedicadas al siglo XV del reino granadino. La obra del señor Aguado Bleye, de altísimo valor en otros diversos aspectos, no ofrece ninguna garantía, ni puede ser citada como autoridad, en caunto afecta al mencionado siglo XV del Islam granadino. Pero refiriéndome concretamente a la sultana madre de Boabdil, cabe señalar que Aguado Bleye cita a esta reina con varios nombres, aunque nunca con el que legítimamente le corresponde. He aquí dos citas cogidas al azar: "Aixa" en la página 7 del tomo II, atribuyendo además, gratuitamente, el error al cronista Hernando de Baeza, el cual no mienta en su crónica el nombre de esta dama;y "Anea", en la página 58 del mismo II tomo. Etsá claro que el autor del "Manual de Historia de España" ni aceptó, ni dejó de aceptar la rectificación del nombre de la madre de Boabdil que, en 1910, propuso Garrido Atienza y que yo ratifiqué en 1947, señalando además, la genealogía de esta reina. Lo que resulta evidente es que ni Aguado Bleye, ni CAyetano Alcázar conocían ambos estudios. En otro caso, poco les habría importado añadir un tercer nombre a los dos distintos que dan en la obra.

Otros muchos historiadores, más familiarizados con la historia granadina, no incurren en el error de llamar Aixa a Fátima, madre de Boabdil. Lamento que, por las circunstancias expuestas al principio, y las fiestas navideñas, yo no haya tenido ocasión de consultar algunas obras que no forman de mi particular biblioteca, desde donde escribo y en las que recuerdo haber encontrado rectificado el error histórico que motiva este artículo. Pero como para muestra basta con un botón, aduciré un testimonio de mucha valía. Dice don Manuel Gómez Moreno en "El cementerio real delos nazaríes de Mondújar": "Así resulta Abulhacén casado con prima suya, hija del Zurdo, puesto que ambos tenían por bisabuelo a Yusuf II. Ella se llamaba Cetti Fátima, con dictado de la Horra, mujer de varonil entereza y grandes ánimos, que acompaño en el destierro a su hijo, el Chiquito, y que hubo de pasar con él a Berbería". En nota, agrega Gómez Moreno: " La que ciertamente se llamaba Aixa es la hermanadel Chiquito, desterrada con él".

LUIS SECO DE LUCENA PAREDES




martes, 17 de noviembre de 2015

LAS DIFERENTES UBICACIONES DEL PERIÓDICO EL DEFENSOR DE GRANADA

(hasta 1915)

El 20 de septiembre de 1880 amanece Granada con un nuevo periódico en sus calles, El Defensor de Granada. Luis Seco de Lucena fue su fundador y propietario hasta diciembre de 1907, cuando decide venderlo. Seguirá siendo director por un periodo suplementario de 8 años (1915). En 1936, con los primeros estragos de la guerra, desaparece .

A lo largo de sus primeros 35 años de vida cambió su ubicación en varias ocasiones, adaptando sus oficinas bien a la necesidades que originaban su crecimiento, bien a la maquinaria de su imprenta cada vez más moderna y que contaba con los últimos avances tecnológicos del momento.

En 1894, abre sus nuevas oficinas en la céntrica calle Reyes Católicos, justo al lado del ayuntamiento, instalando en su primera planta EL SALÓN DEL DEFENSOR, lugar de exposiciones, de conciertos y de reuniones. La imprenta se queda ubicada en la calle Jardines junto al domicilio del propietario. Hay que esperar el año 1900 para que de nuevo se mueva el taller de impresión al callejón de las campanas dónde Seco de Lucena compra un carmen en el que se instalará con su familia.

Luis Seco de Lucena se impuso desde el primer día un ritmo de trabajo intenso ya que trabajaba 18 horas al día, ausentándose del periódico a las 5 de la mañana (una vez revisada la portada) y volvía a las 11 para empezar de nuevo con su pasión. El Defensor fue el primer periódico que iba a salir por la mañana, imprimiéndose de noche, ofreciendo a sus lectores ampliaciones de noticias, si fuera necesario, durante la tarde mediante un suplemento, o varios suplementos como ocuriró durante los acontecimientos de la guerra de Cuba.

viernes, 6 de noviembre de 2015

Próximamente respuesta publicada el 10/01/1962


FATIMA RECLAMA SU NOMBRE


(Carta abierta del catedrático Luis Seco de Lucena) PATRIA 12/12/1961
Sr. don Eduardo Molina Fajardo,

Mi querido amigo:


Leo siempre con interés los sabrosos artículos que vienes publicando en la página que PATRIA dedica diariamente a la Granada actual y a la evocación de la Granada de otros tiempos. El que apareció el pasado día 5 con el título de "La mirada hacia atrás", me induce a escribir esta carta con el doble propósito de advertirte de un pequeño error, escapado al correr de la pluma, y de completar la información que ofreces acerca de la tradición del "suspiro del moro".


El error se escapa con frecuencia de la pluma de literatos e historiadores insignes y lo que es más grave, lo encontramos  a veces, en tratados de historia de España, que se hayan como libros de textos en algunos centros docentes, lo cual, como es lógico, contribuye a su persistencia. Sin embargo, los granadinos debemos subsanarlo porque afecta a nuestra historia local.


Consiste dicho error en llamar Aixa a la esposa del sultán Abu-I-Hasan Alí (a quien conocemos por Muley Hacén) y madre del último monarca granadino Abu Abdalláh Muhammad, el que entregó esta ciudad a los Reyes Católicos y al cual vulgarmente denominamos Boabdil. El verdadero nombre de esta princesa que llegó a ser sultana, fué el de Fátima. Se llamó Aixa una hija suya y hermana, por lo tanto, de Boabdil.Hace ya varios años que en ALANDALUS, revista que editan las Escuelas de Estudios Árabes de Madrid y Granada, y con el título "la sultana madre de Boabdil", publiqué un trabajo en el que, conjugando la información de una crónica y varios documentos árabes y un privilegio rodado de los Reyes Católicos fije el nombre (Fátima) y la genealogía (hijo del sultán Muhammad ben Nasr) de esta reina granadina, la cual, según cuentan las historias, fué mujer de varonil carácter, dotada de gran energía y de entero corazón.


Pienso que el suceso, real o imaginado, que dió origen al nombre del lugar granadino conocido por "Suspiro del Moro", acaso tenga más de real que de imaginado; a pesar de que siempre se ha creído lo contrario y ha sido considerado como una bella y conmovedora leyenda. Me afirma en tal opinión la circunstancia, que creo que hasta ahora no ha sido advertida, de que la versión recogida por fray Antonio de Guevera no fué la única que circuló en Granada durante la primera mitad del siglo XVI, en tiempos inmediatos al suceso.


Coetánea, si no anterior a la que el fraile nos dió en sus "epístolas familiares", es la que recogió el anónimo autor de la "Historia de la Casa Real de Granada", interesante opúsculo sobre los reyes nasaríes que conservaba inédito en la biblioteca de la Real Academia de Madrid, hasta que mi ilustre colega e investigador de la historia granadina desde el lado cristiano, don Juan de Mata Carriazo, catedrático de la Universidad de Sevilla, lo editó en nuestra MISCELANEA DE ESTUDIOS ARABES.Cuenta así el suceso el anónimo autor de la "Historia": "Vueltos los Reyes Católicos al campo con el rey Chiquito, en tanto que sus capitanes se apoderaban de las fuerzas, después a 6 de enero, entraron con grandísimo triunfo en la ciudad; de salió el rey Chiquito para ir a Val de Purchena en las Alpujarras. Y llegando a un monte donde se pierde la vista de Granada, como vuelta la cabeza se tornase a llorar, su madrastra la reina Zoloyra le dijo pues que no había sido para defenderla como hombre, que no llorase como muger".


La anónima "Historia" de donde procede el párrafo anterior debió ser escrita en la primera mitad del siglo XVI (según supone el señor Carriazo), es decir anterior o simultáneamente  a la aparición de las "Epístolas Familiares de fray Antonio de Guevera y no cabe suponer un plagio porque, además, las versiones recogidas por los autores de ambas obras son distintas. Coinciden en lo esencial: que Boabdil, al alejarse para siempre de Granada, reprimió un sollozo.


Según la versión de fray Antonio de Guevera, la madre de Boabdil (cuyo nombre no cita) reprochó a su hijo no haber sabido defender la capital de su reino. Según la versión del anónimo autor de la "Historia", fué su madrastra "Zoloyra" quién le lanzó el amargo reproche. En "Zoloyra" no cuesta trabajo descubrir una incorrecta transcripción castellana del árabe "Zorayya", nombre que tomó Isabel de Solís  cuando se convirtió al Islam y fué desposada por Muley Hacén.


Se ha venido creyendo que el relato de fray Antonio de Guevera es puramente imaginativo; pero tal sospecha carece ahora de todo fundamento y no es posible poner en tela de juicio que entre los moriscos granadinos de la primera mitad del siglo XVI circulaba conservado por tradición oral, como prueban sus dos distintas versiones, el relato de lo que acaeció a Boabdil en el lugar que hoy conocemos como el "Suspiro del Moro".


Las dos versiones conocidas des esta tradición, han tenido recensiones en historiadores posteriores. Podemos ver la de fray Antonio de Guevera en la "Historia de rebelión y castigo de los moriscos" de Luis del Mármol, cuya primera edición fué publicada a fines del siglo XVI, es decir sesenta años después de las "Epístolas familiares". La del anónimo autor de la "Historia de la Casa Real de Granada" la encontramos notablemente amplificada en el libro XL del "Compedio Historial" de Esteban de Garibay, publicado en Amberes el año 1571.


En una órbita mía sostengo que toda la leyenda tiene un fondo histórico que la creación literaria suele deformar en holocausto de la mayor fuerza política. No existe ninguna razón para negar ese fondo a la bella y conmovedora leyenda del "Suspiro del Moro". Al contrario, las fuentes informativas a que antes me refiero parecen afirmarlo de manera convincente. Para mí, lo histórico está en la leyenda, el suceso realmente acaecido, lo constituye el sollozo de Boabdil cuando contempló, por última vez, la ciudad de que le apartaba el Destino. Lo puramente imaginativo es el reproche que le lanzó su madre, según unos, o su madrastra, según otros; aditamento que imprime al relato una gran fuerza poética.


Un cordial saludo de tu buen amigo.

LUIS SECO DE LUCENA PAREDES



Nos congratula  que el ilustre catedrático, investigador afortunado de la historia árabe de Granada, coincida exactamente con nuestro parecer, expuesto en el artículo "La mirada hacia atrás", salvo en un dato onomástico. El criterio del que firma esta sección quedó condensado en tres líneas: "Dudamos de las palabras de Aixa, y acogemos con certeza las lágrimas del Boabdil de nuestras crónicas".


Respecto al Aixa en vez de Fátima, ya recordábamos que don Miguel Garrido Atienza aclaró, en 1910, el nombre de la madre del monarca nasrí, indicando el privilegio rodado, expedido en 30 de diciembre de 1492, en que se dice "e agora la Reyna cetí Fátima, madre del dicho Rey Muley  Baavdili..."; pero consignando también que con el nombre de Aja o de Aixa "nos es más conocida".

Si el admirable profesor admite en las líneas anteriores doble denominación para Abu-I-Hassan Ali " a quien conocemos por Muley Hacén" , y Abu Abdallah Muhammad, "al cual vulgarmente denominamos Boabdil" y lo consiente aún en los textos estrictamente históricos, ¿cómo se sorprende de que en un texto literario recordemos a Aixa, siguiendo la observación del señor Garrido Atienza, porque así, al que escribe y a la totalidad de los lectores "no es más conocida"?

Por desgracia la pureza onomástica que pretende nuestro excelente amigo, - y que nosotros desde esta instante defendemos, aliándonos con él - su teoría no ha sido seguida aún por los historiadores de nuestro tiempo. Tenemos sobre la mesa en interesante "Diccionario de Historia de España" publicado en 1952 por la "Revista de Occidente", cuya sección "España árabe" ha sido dirigida por el orientalista  y académico don Emilio García Gómez; y en el leemos Aixa en vez de Fátima. En el extenso "Manual de Historia de España de don Pedro Aguado Bleye, revisado por don Cayetano Alcázar, editado en 1954 y que sirve de obra de consulta en la sección de Historia de las Facultades de Letras, se escribe Aixa. Y hasta en la magistralmente erudita "Miscelánea de Estudios Árabes" que dirige el propio don Luis, se publicó hace cuatro años un trabajo del profesor Juan de Mata Carriazo, - precisamente el estudio que se cita en la carta - y en el que se nombra dos veces a la reina Aixa, sin añadir ninguna nota aclaratoria.


A pesar de todo ello, y precisamente por eso, nos parece que el prestigioso catedrático y principal investigador español del reino de Taifas granadino. debe de incrementar su propaganda a favor del reconocimiento de Fátima en contra el Aixa. Y la primera medida localista ¿no debería ser el ayuntamiento de Granada que varíe el nombre de la Cuesta de Aixa? Pues mientras una calle de nuestra población proclame oficialmente su homenaje, con tal nombre a la madre de Boabdil, no hay nada que hacer. ¡ Y siempre será más fácil sustituir un azulejo en un muro, que unos renglones en millares de doctos volúmenes impresos!


E.M.F.